(Este artículo -en su versión editada- fue publicado, originalmente, en el No. 29 de la revista WReport de Swiss Time)
Yucatán, la histórica tierra del Mayab, considerada la civilización más impresionante de la América precolombina, guarda hasta nuestros días innumerables joyas culturales, turísticas e históricas.
La Península de Yucatán está en un enclave privilegiado, rodeada por el Golfo de México y por el magnífico Mar Caribe. En su geografía tranquila, de tierra caliza y costas primordialmente rectas, destaca el Puuc, pequeña sierra que alcanza apenas los 170 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Su clima es cálido, sin grandes cambios térmicos en el invierno y con las mayores precipitaciones pluviales de junio a septiembre.
Sin duda alguna los cenotes constituyen uno de las grandes maravillas geográficas de la península de Yucatán pues, debido al carácter calizo del suelo, las abundantes lluvias se filtran con facilidad al subsuelo, creando formaciones subterráneas como cavernas y fuentes que, a través de la circulación del agua, provocan el hundimiento de las bóvedas de las cavernas y con ello los grandes pozos que son precisamente los cenotes. Recintos de belleza sinigual y que hasta nuestros días conservan el carácter sagrado y místico que los primeros mayas de la región les atribuyeron. Dentro de estas formaciones naturales vale la pena destacar –y visitar- el cenote Dzitnup y las grutas de Loltún y Balancankanché.
Los vestigios más antiguos de la presencia de los mayas en la península datan de 7 mil años a.C. y sugieren que constituían comunidades de cazadores y recolectores. No es sino hasta el 2mil a.C. que se consolidan como agricultores, predominando la siembra del maíz, el chile y el frijol, elementos que aún hoy son eje de la gastronomía no solo local, sino de todo el territorio nacional.
A partir de entonces, los avances científicos y artísticos característicos de la cultura maya se sucedieron, alcanzando su apogeo alrededor del 300 y el 1100 d.C. y cuyas huellas aún podemos apreciar a lo largo de su territorio. A la llegada de los españoles la civilización maya estaba ya en decadencia y algunas de sus ciudades y centros ceremoniales ya habían sido abandonados.
Sitios arqueológicos impresionantes y extensas y bien conservadas haciendas, nos hablan de sus dos grandes influencias: la maya y la española, que modelaron la península con su personalidad tan peculiar.
Si de vivir Yucatán se trata ¿qué mejor lugar para comenzar que la capital del Estado? “la blanca” Mérida, ciudad erigida sobre las ruinas de la ciudad maya Ichcanzihó, conocida de manera abreviada como T´ho.
Conserva la Catedral de San Ildefonso (s. XVI) con la primera cúpula construida en la Nueva España y considerada la catedral más antigua en tierra continental americana. Del mismo siglo son la plateresca casa del Adelantado Montejo y el convento de los Franciscanos, que guarda una de las dos esculturas de la Inmaculada Concepción traída a Yucatán en 1559 de Guatemala, estando la otra escultura en el Convento de San Antonio, en Izamal, conocida actualmente como Nuestra Señora de Izamal.
En Mérida abundan construcciones de gran interés, como el antiguo convento de las Monjas Concepcionalistas (inaugurado en 1596) que, tras una gran remodelación, alberga hoy un centro cultural. Los interesados en la arquitectura eclesiástica disfrutarán visitando el Templo y ex Convento de San Juan Bautista que en su sacristía conserva un corredor como muestra del arte morisco en Yucatán.
Otras construcciones eclesiásticas destacadas del s. XVII son el Templo y el ex Convento de la Mejorada, con su gran patio central; la Iglesia de Jesús, de estilo barroco, con su hermosa cruz atrial en el exterior y, contiguo a esta iglesia, el Colegio de San Francisco Xavier que fue dirigido por jesuitas.
Muchas otras edificaciones resultan atractivas para los visitantes, como el Palacio Municipal (s. XVIII) y el Ateneo Peninsular. Pero qué mejor que caminar por la blanca Mérida y sorprenderse con todo lo que nos ofrece. Otra opción es tomar el turibús y, a partir de su recorrido, identificar los principales sitios turísticos y elegir aquellos que se desee visitar.
Su famoso Paseo Montejo (nombre de su fundador -en 1542- Francisco de Montejo “El Mozo”, y de la familia que gobernó Yucatán por muchos años) alberga importantes y elegantes casonas, el Museo Regional de Antropología, así como hoteles y excelentes restaurantes en los que se puede degustar la cocina yucateca, tan reconocida a nivel internacional y también encontrar algunos sitios de moda para disfrutar de la tranquila vida nocturna de la región.
Para los amantes de la arqueología, Yucatán resulta un lugar ideal por la gran cantidad de sitios arqueológicos mayas y Mérida es un excelente punto de partida hacia esos sitios, como el cercano Chichen-tzá, también llamado ciudad de los brujos del agua, que se fundó en el s. V. En esta imponente zona arqueológica destaca el Castillo o Pirámide de Kukulcán, una de las más altas de toda la arquitectura maya. Los motivos decorativos de serpientes y tigres de su fachada denotan la fuerte influencia tolteca. Es en esta gran pirámide en donde los días 21 de marzo y 21 de septiembre se presenta el famoso fenómeno equinoccial “de luz y sombra” que configura la silueta del dios Kukulkán.
El Templo de los Guerreros es otra edificación de gran relevancia y forma parte del conjunto de las Mil Columnas. Quien va a Chichén-Itzá, no puede no puede dejar de visitar La Iglesia, magnífico exponente del estilo Puuc, o de la sierra, con rasgos muy peculiares.
A 72 km de Mérida, rumbo a Chichén Itzá, se encuentra Izamal o Itzmal de cuyo convento virreinal ya hablamos brevemente y que cuenta con interesantes frescos y murales del s. XVI, además de un óleo de Juan Duns Escoto, teólogo y filósofo escocés del siglo XIII.
Se considera a Izamal la ciudad más antigua de los mayas y llegó a convertirse en ciudad santa, a la que los antiguos pobladores acudían en busca del poder de su fundador Zamná (s. V), personaje legendario que era el interlocutor con la principal deidad maya Itzam Ná, deidad que inventó el calendario, la medicina, la escritura y la agricultura. Y ya que estamos en Izamal, valdrá la pena visitar los cuatro templos construidos a Zamná -descubridor de la fibra del henequén- y a quien se le deificó a su muerte: Kabul, Kinich Kakmó, Itzamatul y Pap Hol Chac.
Otra importante zona arqueológica es Uxmal, que se encuentra a 92 km. al sur de Mérida. Esta ciudad fue construida por los mayas en el siglo VI, con arquitectura tipo Puuc, que se caracteriza por la forma paralelepípeda de los edificios, con muros lisos pero con abundante decoración a base de mosaico de piedra en las cornisas. En su decorado también utilizaron grandes mascarones.
De Uxmal es de destacar la denominada Pirámide del Adivino, con esquinas redondeadas en su basamento (de 20 m. de altura), sobre el cual está otro cuerpo de 6 m. encima del que se encuentra el templo denominado la Casa del Enano; su puerta está enmarcada por las fauces de la serpiente de Chaac, con mascarones en las esquinas y en la parte superior. La leyenda cuenta que la hechicera que construyó en una sola noche la pirámide, instaló en el templo a su hijo para que el pueblo lo reverenciara como gobernante y adivino.
Abundan los sitios arqueológicos en Yucatán y, aunque menos renombrados, vale la pena dejarse sorprender por: Kabah, Sayil, Labná y Ekbalam.
Entre las artesanías de este hermoso estado sobresalen las joyas de filigrana de oro y plata, la talabartería de Mérida y de Valladolid principalmente, las hamacas de hilo de algodón, de lino o de henequén, los sombreros de jipi de Ticul y, por supuesto, las famosas guayaberas y prendas bordadas.
Cerca de la ciudad de Mérida se encuentran diversas haciendas henequeneras que florecieron durante el S. XIX cuando el henequén – al permitir la elaboración de distintos productos, desde mecates hasta ropa y destilados- generó una impresionante derrama económica llegando a conocerse como “oro verde”.
Sumidas desde mediados del siglo XX en el deterioro propio del abandono, hoy en día las haciendas henequeneras de Yucatán han recobrado su esplendor como sitios idóneos para el turismo, siendo algunas de ellas recintos de hermosos hoteles boutique.
Algunas de las haciendas más destacadas son: Chichén & Yankin Spa, cuya casa principal data del siglo XVI y que ha sido convertida en un paradisiaco hotel que ofrece a los visitantes exquisitas experiencias históricas, culturales, deportivas, ecológicas, gastronómicas, de sanación y más.
Sin embargo, quizá una de las experiencias más completas en materia de haciendas henequeneras en Yucatán es la hacienda Sotuta del Peón. Ubicada en Tecoh, Yucatán, se encuentra totalmente remodelada y ofrece visitas guiadas –diurnas y nocturnas- que permiten apreciar no sólo el esplendor arquitectónico de la hacienda sino los procesos de producción a partir del henequén para la obtención del Soskil o fibra natural de dicho agave. A través del recorrido, los visitantes viajan en el tiempo y, por un instante contactan con lo que fue la vida hacendaria del siglo XIX, mientras recorren los pasillos y las habitaciones de la fastuosa casa principal, para luego conocer la maquina desfibradora, la prensa y la corchería, esenciales en la producción de fibra de henequén que hoy en día se sigue vendiendo en el mercado de Mérida y que también, dentro de la misma hacienda, se transforma en distintos productos como hilos, cuerdas marinas, sacos, bolsos y tapetes.
Tras experimentar la vida hacendaria, el recorrido interna a los visitantes en el corazón de la cultura maya a través de la visita de la “casa maya” y el cenote Dzul-Ha que, enmarcado en una bella caverna natural, permite al visitante sumergirse en sus transparentes aguas de azul intenso.
Sotuta del Peón es también un hotel y un restaurante en donde frecuentemente se celebran bodas y otros eventos.
Otras haciendas para visitar son Petcanché, Chenkú, Eknakán, Chichí de los Lagos.
Entre Mérida y Cancún, a 40 km de Chichen Itzá, se encuentra la ciudad colonial de Valladolid, pintoresca e histórica con distintos secretos que revelar al paseante a través de sus callejuelas, sus arcos, su catedral barroca del S. XVIII y el convento de San Bernardino de Siena –del S. XVI-, entre otros.
En cuanto a playas, Yucatán, como toda la Riviera Maya, cuenta con sitios paradisiacos como, por ejemplo, Dzilam de Bravo y Celestún. Junto con las playas y los cenotes, las reservas ecológicas forman parte de la oferta ecoturística del estado con distintas opciones para convivir con la naturaleza, ya sea a través de recorridos en bicicleta, a caballo, en canoa y mucho más. Para ello, las reservas El Corchito, Ría Progreso e Xcanché son excelentes sitios que visitar.
Para hospedarse Yucatán tiene distintas opciones y mucho dependerá del recorrido que se planee hacer. Sin embargo, existen algunos hoteles que destacan por su enclave, su calidad y su confort. Algunas opciones recomendables son:
En Mérida: Casa Azul, Hacienda Xcanatún, Casa Lecanda Boutique y Rosas & Chocolate Boutqiue SPA.
La Casa del Mago, ubicada en Uxmal; Casa R4 en Uaymitun y el hotel Posada San Juan en Valladolid.
Yucatán tiene mucho que ofrecer, déjate atrapar por su magia, su historia y su tradición.